En una decisión histórica, después de 30 años de retraso e inacción, las Partes en la COP 27 (6-18 de noviembre, Sharm el-Sheikh, Egipto) establecieron un Fondo de Pérdidas y Daños, un primer paso hacia la reparación y la rendición de cuentas por los daños a los derechos humanos causados a millones de personas que se enfrentan a los impactos climáticos en primera línea. Más de 30 integrantes de la Red-DESC –incluidos líderes y lideresas indígenas, de movimientos sociales y feministas— estuvieron presentes en Sharm el-Sheikn para defender que los derechos humanos ocupen un lugar central en las negociaciones sobre el clima y que se tomen medidas significativas en relación con las pérdidas y los daños. El fondo es un testimonio del inmenso poder colectivo de la unidad de la sociedad civil, construido con incansable esfuerzo durante décadas. Como afirmó nuestra membresía en una presentación colectiva a Ian Fry, Relator Especial de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos y el cambio climático, “la responsabilidad histórica y actual de la crisis climática recae en los países ricos y altamente industrializados y en poderosos actores empresariales. Sin embargo, los países, pueblos y comunidades, especialmente los pueblos indígenas y los del Sur Global, que son los que menos han contribuido a la crisis climática, no solo son los más afectados en términos de pérdidas y daños, sino que es probable que los impactos del cambio climático se intensifiquen más rápidamente en sus contextos en comparación con el resto del mundo”. A pesar del resultado positivo, queda mucho trabajo por hacer en cuanto a la operatividad del fondo de pérdidas y daños. "Si hicieron falta 30 años de conversaciones sobre el clima para que los países desarrollados acordaran proporcionar financiación para ayudar a rescatar y reconstruir a los países más pobres afectados por desastres relacionados con el clima, espero que no hagan falta muchos años más para traducir este Acuerdo en acciones prácticas que antepongan los derechos humanos a los beneficios empresariales y garanticen una parte equitativa y justa para todos, especialmente para las mujeres, que son las que se enfrentan a las peores consecuencias de las crisis climáticas”, afirmó Radiatu H.S. Kahnplaye (Natural Resource Women Platform, Liberia). Gracias al constante trabajo de incidencia de la sociedad civil, la COP 27 fue también el primer proceso de negociación ambiental que incluyó una referencia explícita al derecho humano a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible. Algunas victorias y, sin embargo, grandes retos La COP 27 se celebró en un contexto de intensa represión de la sociedad civil, cuando debería ser evidente que no puede haber una acción climática justa y sostenible sin un espacio cívico abierto y una protección efectiva de las personas defensoras de los derechos humanos. Como han dicho alto y claro nuestra membresía y aliadas: no hay justicia climática posible sin derechos humanos. Uno de los principales motivos de preocupación fue el escandaloso conflicto de intereses que se puso de manifiesto y la evidente captura corporativa con la participación en la COP 27 de un número récord de grupos de presión de los combustibles fósiles, que presionan en favor de intereses estrechos que destruyen el planeta y dan forma a los resultados de la conferencia. El reciente nombramiento de un ejecutivo de uno de los mayores productores de petróleo del mundo como presidente de la COP 28 hace aún más evidente que la captura corporativa de los espacios de toma de decisiones, incluido el de la elaboración de políticas climáticas, es uno de los mayores obstáculos para avanzar hacia soluciones reales. |