Si hace 3 años comenzábamos a explorar la oportunidad de un pacto global social de cuidados, hoy confirmamos que constituye una agenda urgente y un terreno de aprendizaje, análisis y de lucha política.
Las crisis interrelacionadas financiera, económica, sanitaria, ecológica y de cuidados, está empujando a vidas más precarizadas, inseguras y mercantilizadas. Entre cocinar, limpiar, ir a buscar agua o leña o cuidar de las niñas, los niños y las personas mayores, las mujeres realizan al menos 2,5 veces más trabajo doméstico y de cuidado no remunerado que los hombres. Particularmente desafiante es el contexto para las trabajadoras domésticas. A 12 años de la aprobación del Convenio sobre las Trabajadores y Trabajadoras Domésticas de la OIT, en todo el mundo las mujeres siguen luchando para que se les reconozca su condición de prestadoras de servicios esenciales. Solo en Latinoamérica, la Comisión Económica para América y Latina (CEPAL) de Naciones Unidas apunta a que las mujeres conforman el 93% de entre las 11 y 18 millones de personas dedicadas al trabajo doméstico. En la reciente XV Conferencia sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, representantes de este sector organizadas en SOCRA, UTRASD y NUDE en Argentina, Colombia y Trinidad y Tobago respectivamente, denunciaron el impacto negativo que los recortes del sector público están teniendo en sus hogares y comunidades, mientras se enfrentan a perder el acceso a alimentos, agua, educación, salud y seguridad social, tener menos oportunidades de acceder a un trabajo digno, y verse obligadas a asumir la creciente carga del trabajo de cuidados no remunerado y mayor endeudamiento. El cuidado del planeta también en la agenda feminista Como enfatizan las miembras de la Red, el capitalismo y el patriarcado son impulsores estructurales del cambio climático. El modelo económico imperante de explotación, extractivismo y control de los recursos, interactúa con las desigualdades de género, exacerbándolas. Así, el 80 por ciento de las personas desplazadas por sucesos relacionados con el clima son mujeres y niñas. Kavita Naidu, abogada de derechos humanos y miembra de la Red, observaba durante un panel que tras catástrofes naturales, ”las mujeres y las niñas, en toda su diversidad, a menudo acaban intentando encontrar empleo en entornos urbanos donde solo pueden trabajar como empleadas domésticas. A menudo están indocumentadas y son muy vulnerables a los abusos e incluso la trata sexual. A las mujeres, que ya no heredan ni poseen tierras, se les niega aún más el acceso a la tierra y a los recursos tras las catástrofes naturales”. Ya sea como parte de un movimiento global por la justicia climática, o como defensoras de sus territorios ante las industrias extractivas y la captura corporativa, las mujeres están liderando en las soluciones contra el cambio climático, la sostenibilidad ambiental y la protección de la biodiversidad. Por ello, desde Filipinas, Guatemala, Jordania o Sudáfrica, lideresas indígenas, feministas y activistas realizaron un llamado para que la COP27 incluyera el cuidado en el debate sobre pérdidas o daños –o cómo los países altamente industrializados del norte Global, causantes del problema, deberían hacer pagos a los países del Sur Global que experimentan los impactos de forma directa–. No basta con decir que las mujeres desempeñan un papel importante en la intersección entre el clima y el trabajo de cuidado. “Tenemos que integrar la dimensión de género en todos los debates sobre pérdidas y daños y el cambio climático”, sostenía nuestra miembra Hala Murad (Dibeen Association for Environmental Association, Jordania).
|