El veredicto es claro: la crisis climática es una emergencia de derechos humanos. Los más altos tribunales del mundo han dictaminado que los Estados deben actuar —y regular la actividad corporativa— para prevenir, reducir y remediar el daño climático. Sin embargo, las emisiones siguen aumentando, la expansión de los combustibles fósiles continúa y quienes más responsabilidad tienen siguen evadiendo la rendición de cuentas. El Sur Global —menos responsable de esta crisis pero más impactado— enfrenta catástrofes climáticas crecientes con recursos cada vez más limitados. En enero de 2025, EE. UU. se retiró del Acuerdo de París y de los compromisos de financiamiento climático, abandonando a los países de primera línea y envalentonando la regresión del Norte Global.
Mientras tanto, año tras año, las negociaciones climáticas han sido dirigidas menos por la ciencia y la justicia, y más por el poder corporativo. En la COP28, el número de cabilderos de combustibles fósiles aumentó un 400% con respecto al año anterior. No solo asistieron: moldearon la agenda, impulsando mercados de carbono, la peligrosa geoingeniería y esquemas “basados en la naturaleza” que desplazan a Pueblos Indígenas y marginan las medidas urgentes y basadas en derechos necesarias para eliminar progresivamente los combustibles fósiles.
En la Red-DESC, enfrentamos esta realidad de frente. Nuestro último cómic Más allá de las mentiras verdes: las soluciones reales a la crisis climática existen, junto a su documento de referencia complementario, exponen cómo los poderosos actores corporativos socavan la acción climática y resaltan las verdaderas soluciones comunitarias ya en marcha. Como recuerda el documento de referencia:
“Las falsas soluciones enraizadas en la captura corporativa y el greenwashing están perpetuando las injusticias climáticas y la catástrofe.”
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