Declaración: Huelga Mundial de Mujeres 2021

Fecha de Publicación: 
Miércoles, 3 Marzo 2021

En ocasión del Día Internacional de las Mujeres, en medio de las desigualdades intensificadas por la pandemia de COVID-19 y las respuestas de los gobiernos, que suelen estar capturados por intereses empresariales y élites políticas, las mujeres de todo el mundo están exigiendo alternativas económicas que se centren en la integridad de las personas y el planeta, que aseguren la justicia de género y avancen un nuevo pacto social sobre el cuidado. Creemos que la pandemia de COVID-19 debe servir como un catalizador para repensar nuestras políticas públicas de acuerdo con los derechos humanos. Queremos un cambio de sistema ¡y lo queremos ya!

En el año 2020, miles de mujeres participaron en huelgas y manifestaciones locales en decenas de países durante la Huelga Mundial de Mujeres y más de 200 organizaciones apoyaron nuestra declaración política, amplificando las luchas de la mujer por la justicia en el desarrollo, la soberanía alimentaria, el trabajo y el salario digno. Lo dijimos claramente y en voz bien alta: queremos el fin de los abusos de las empresas. Queremos el fin de la violencia de género. Exigimos que nuestras voces sean oídas, atendidas y que se creen mecanismos eficaces para la protección de los derechos de las mujeres y la erradicación de la violencia con razón de género.

Ya es hora de que los Estados desarrollen políticas amplias y holísticas que aseguren la plena participación de la mujer y el goce de sus derechos y libertades fundamentales.

La crisis que provocó la COVID-19 ha exacerbado lo que los movimientos por los derechos de las mujeres denuncian desde hace décadas: las violaciones interseccionales y la profundización de las crisis intrínsecas de un sistema patriarcal, racista y capitalista que ha relegado el bienestar de las mujeres y sus comunidades dando prioridad a la búsqueda perpetua de ganancias y beneficios de corto plazo. La pandemia nos recordó el papel central del trabajo de cuidado y la injusta carga de trabajo que enfrentan mujeres y niñas. El contexto de profundización de las desigualdades agudizó las discriminaciones que interseccionan en género, raza, clase e identidad.

En todo el mundo, las mujeres y las niñas continúan llevando a cabo más de tres cuartos del trabajo de cuidado no remunerado y en muchas economías en vías de desarrollo la economía informal afecta a las mujeres de manera desproporcionada, dejándolas sin protección social y económica adecuada.[1]Entre las desventajas de una economía no formal encontramos que una mujer no cuenta con licencia por enfermedad paga, beneficios de desempleo, aportes a la seguridad social, entre otras. La pandemia demostró una vez más que nuestros sistemas económicos dependen y prosperan a costa de millones de mujeres que están relegadas a situaciones vulnerables o marginadas: trabajadoras, migrantes, campesinas sin tierra y mujeres indígenas se cuentan entre quienes perdieron sus puestos de trabajo y medios de subsistencia debido a la crisis. La pandemia puso de relieve que las mujeres movemos el mundo y que para que el sistema de producción se sostenga es necesaria la organización familiar, que depende mayormente de la mujer.

Abogamos por una normalidad nueva y más justa para las mujeres, y es por ello que estamos convencidas de que necesitamos un nuevo pacto social transformador sobre las pautas de cuidado, con demandas políticas que apunten a la redistribución, el reconocimiento, el cumplimiento de los derechos de quienes proveen y quienes reciben cuidados, la garantía de representación de las mujeres y la reformulación de la economía como una economía altruista. Nada de todo esto puede llevarse a cabo sin la voluntad política de quienes gobiernan.

Ya es hora de que los Estados adopten medidas para asegurar condiciones de trabajo decentes y salarios dignos para las mujeres.

La pandemia también dejó en evidencia sistemas de salud pública debilitados por décadas de privatización y mercantilización, con frecuencia emergidos como consecuencia de deudas injustas. Las respuestas de los Estados, capturados por poderosos actores empresariales y financieros, han priorizado «salvar la economía» en lugar de asegurar los derechos humanos, el trabajo y la protección ambiental. Las promesas de reformas estructurales parecen estar quedando en el olvido, con lo que se pierde una oportunidad única de repensar nuestras sociedades y avanzar hacia la igualdad de género. Según ONU Mujeres, la pandemia llevará a la pobreza a más de 47 millones de mujeres y niñas.[2]

Ya es hora de que los Estados aseguren el acceso universal a servicios de atención médica, incluyendo vacunas, y establezcan mecanismos sólidos contra la captura corporativa. Tenemos que frenar las reglas de comercio que impiden la capacidad del Estado de abordar la crisis.

La pandemia también significa un aumento en la violencia que enfrentan las mujeres, ya sea por respuestas militarizadas a la crisis, mayor vigilancia y represión de las defensoras de los derechos humanos o por la violencia de género, siendo que las medidas de confinamiento tienen innumerables consecuencias sobre la seguridad de las mujeres y la falta de acceso a medidas de protección.

Ya es hora de que los Estados aborden el problema de la violencia de género, integrando los efectos de la pandemia sobre la seguridad de la mujer, incluyendo sobre la situación de las defensoras de los derechos humanos.

Debido a la pandemia de COVID-19 y la grave situación que enfrentan muchas de nuestras comunidades, nuestras actividades este año se realizarán en forma digital. Debido a que nuestras demandas y nuestra visión hoy son más relevantes que nunca, continuaremos organizándonos, esperando volver a salir a las calles en 2022.

Las mujeres son y siempre han sido agentes de cambio. En la historia de la humanidad, las mujeres siempre han estado al frente de las luchas sociales y por los derechos humanos. Conectando luchas, volviendo visible lo invisible, tomando riesgos para avanzar en pos de derechos para todos y todas. Las mujeres deben ser oídas y no reducidas a la mera posición de beneficiarias pasivas de políticas públicas, las mujeres deben contribuir en la formación de esas políticas. Hoy más que nunca, reafirmamos que si paran las mujeres, se para el mundo.